Queridos amigos:
La reacción inmediata al recibir vuestra invitación fue la |
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de responder afirmativamente, sin ni siquiera pensarlo, impelido por un sentimiento de deuda –y gratitud - hacia la obra y la persona de Manuel.
Horas más tarde, cuando he tenido tiempo de pensar y he cogido papel y lápiz, he comprendido rápidamente que me iba a ser muy difícil escribir un texto en el que pudiera iluminar, cuanto menos, alguna faceta del pensamiento de Manuel con la que me sintiera especialmente próximo: por ejemplo, su capacidad para disolver el límite
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académico entre arquitectura y urbanismo y, al contrario, promover caminos que los recorran sin establecer discontinuidades. Lo he pasado al papel, he intentado estructurarlo y finalmente me ha parecido que aquello que había escrito no tenía el nivel adecuado.
Aún así, he estado bastantes horas, tratando, por ejemplo de articular los recuerdos que tengo de la lectura (tardía) de Deu lliçons sobre Barcelona, o en otra dirección, tratando de explicar cómo sus reflexiones sobre arquitectura o urbanismo, sitúan su trabajo más cerca de los “pensadores” que de los técnicos. Incluso he tratado de establecer
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paralelismos con otros – para mí - grandes maestros no necesariamente arquitectos, a los que, en un exceso atrevimiento, imaginaba que Manuel podía sentirse próximo.
En fin, todo ello con otras aptitudes o quizás con las mías y mucho más tiempo podría haber dado lugar a un texto capaz de situarse en el nivel mínimo que necesita la figura de Manuel.
Pero, si todavía desde estas condiciones, se me da espacio para escribir, entonces, lo utilizo como un acto de afirmación: para dejar constancia de mi admiración y afecto por su persona. / Barcelona
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